¿Alguna vez te has quedado dormido bajo la sombra de un árbol?, de alguna manera es la sensación más relajante que podrás experimentar de forma tan natural, lo verdaderamente mágico llega cuando el sol juguetea con la copa de los árboles; y la calidez de sus rayos logra escabullirse entre sus hojas y acarician tu rostro, si eres de los desafortunados que no ha vivido una experiencia así, te estás perdiendo de la vida. Un momento así, sólo puede compararse o describirse como la primera sensación o sentimiento que se produce en un recién nacido; antes de nacer, el ambiente protector del niño dentro del vientre de la madre es fresco como la sombra del árbol, ver por primera vez la luz es como el sol escabulléndose entre los árboles, y la primera caricia de mamá es tan cálida como los rayos del sol sobre el rostro. ¡Si no lo crees es porque no lo has vivido!
Al nacer somos como árboles plantados a la orilla del río, somos vida. No todos los árboles crecen de la misma manera, no todos tendrán raíces fuertes, darán los mismos frutos, tendrán la misma altura, forma o tiempo de vida. Las condiciones óptimas de los árboles son las mismas que las nuestras; necesitan elementos como el agua, tierra, aire y amor. Lo maravilloso de un árbol es que ellos producen todo el oxígeno que respiramos, no somos indispensables en su ambiente.
Piensa en la siguiente historia:
Un hombre en su juventud compró una parcela, sembró todo tipo de árboles; cada mañana hacia un recorrido, observaba su crecimiento y revisaba que las plagas no fueran parte del inventario. A medida que el hombre se revestía el alma de los árboles lo iban siguiendo con la edad, llegó aquel día en el hombre, se había hecho mayor y el tiempo reclamaba su hora de partir. Antes, caminó lento dando un último recorrido; al pie de cada árbol, se detenía un breve momento sosteniéndose del tronco, miraba a ras de la copa. Finalmente inclinaba el rostro, quiero imaginar que ese hombre en realidad se despedía en gratitud a los años de servicio y honorable labor de esos árboles que fueron fuente de abundancia en su mesa. Se fue, con su adiós los árboles entristecieron y le siguieron secándose por completo, nunca más dieron frutos. “Polvo eres y al polvo volverás” (Gn-3:19). Un árbol caído es un soldado que ha peleado una batalla hasta el final, un árbol; es digno de una medalla a su gran labor altruista y social, crece desarrollando una vital función y en su proceso nos obsequia su grandiosa virtud de dar frutos, florecer o dar sombra, el alma de los árboles nos va siguiendo con la edad, desde el inicio conocen para qué y por qué sus raíces están cimentados sobre la tierra, un pino no aspira a ser cedro, ni la acacia un manzano.
Si hoy fuera tu momento de partir y tuvieras que describir tu vida con el ímpetu o alma de los árboles. ¿Qué tipo de árbol te describe mejor? Aun después de que el alma de un árbol se apaga, forma parte de nuestras vidas desempeñando una nueva función; una mesa, cama, librero y finalmente cuando es obsoleta, es leña que pasa por el fuego. Por algún motivo Dios ha utilizado el árbol como semejanza a su reino y como enseñanza de nuestras acciones o pensamientos, también como un material noble para trabajar, Jesús era carpintero, el arca del triunfo era de madera de acacia y representaba dignamente a nuestro salvador.
El árbol de la vida: Tiene raíces fuertes (familia, principios, creencias), la copa de los árboles se reviste con hojas nuevas cada año, (nuevas experiencias), el tronco puede ser tan alto (a medida de tus expectativas o limitaciones), las turbonadas no pueden arrancarlo del suelo (no hay problema gigante) y si alguna tempestad de la naturaleza logra derribarlo, sus raíces aún continúan fijas al suelo (fortaleza interior). Encuentra tu equilibrio, el motivo y la razón por el cuál estás aquí y ahora, no permitas que las turbonadas muevan algo más que tu cabello.
TODO ES POSIBLE
Si eres del setenta por ciento que piensa que un árbol es vida, bienvenido. Si eres del veinte por ciento que cree en una de las cinco cosas que debe hacer antes de partir de esta vida es sembrar un árbol, eres una especie en peligro de extinción. Si por el contrario eres del milagroso diez por ciento que siembra un árbol y sigue sembrando no puedo más que admirar tu labor y darte las gracias.
Siembra un árbol.
La Tierra es hogar hoy de unos tres billones de árboles, más de siete veces la cantidad estimada hace una década, sin embargo la cifra irá reduciéndose debido a que alrededor de 15 mil millones de ellos son talados cada año en todo el planeta. El número de árboles en todo el planeta se ha reducido en un 46 por ciento, los investigadores sugieren que deben plantarse cerca de cinco mil millones de árboles nuevos cada año a fin de permitir que se mantenga una población abundante, lo cual finalmente beneficiará al planeta y a los seres humanos. http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/sabes-cuantos-arboles-hay-en-el-mundo-aqui-la-respuesta
Fotografía Yuhaira Matú
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